jueves, 12 de febrero de 2009

EL CAMPO DE LA SOCIEDAD EN EL MUNDO ACTUAL

La sociedad actual ha dado un brusco cambio en los últimos 15 años, podemos citar diversas denominaciones para calificar la nueva época en la que vivimos algunos de esos términos son: “sociedad del conocimiento”, “sociedad postindustrial”, “hipercapitalismo”, “sociedad informacional”, “era digital” etc. Independientemente de los nombres que le pongamos a la era actual, existe consenso en afirmar que se ha producido una importante y profunda transformación de las estructuras y de los patrones de vida y cultura de los ciudadanos, así como de las relaciones sociales.
Vivimos en una sociedad, la capitalista, democrática y occidental, que genera dentro de sí ciertos cambios. Casi se podría decir que está permanentemente en transformación, y que estos cambios son muy rápidos, y hasta cierto punto definitivos. Un vicio del que no están exentos ni los sociólogos, ni los historiadores, ni los periodistas, ni nadie que se dedique a observar la sociedad es el de pensar que vivimos la época más decisiva de la historia de la humanidad, o la más catastrófica.
En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad.
La sociedad se haya hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tal es así esto, que se puede hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa.
La aparición de nuevas tecnologías es otro de los cambios en la actualidad (computadores personales, Internet, televisión por cable, las redes telemáticas, la telefonía móvil, la informatización de gran parte de las actividades comerciales y laborales, etc.) están provocando nuevas necesidades formativas y de conocimiento en los ciudadanos. El acceso y uso inteligente de este conjunto de tecnologías requieren de una persona con un tipo y nivel de cualificación distinto del que fue necesario hasta la fecha.
Al adulto que hoy no use ni comprenda las tecnologías y cultura digitales se le puede calificar como ANALFABETO TECNOLÓGICO. Hasta ahora uno de los papeles claves asignados al sistema escolar, ha sido el de la alfabetización del alumnado en el dominio de la cultura impresa en sus dos dimensiones: la lectura y la escritura. A lo largo de los siglos XIX y XX hemos definido como persona alfabetizada a aquellas que dominaban los códigos de acceso a la cultura escrita y que a la vez poseía las habilidades para expresarse a través del lenguaje oral.En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad.
El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de o mejor y de lo peor, pues tiene el camino abierto para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que puede aplastarle o servirle. Por ello se interroga a sí mismo
En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los elementos que se combaten en el interior del hombre

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